Pocas horas atrás, en un programa nocturno, el teniente alcalde de Lima, Marco Parra, pontificó sobre los buses a gas natural del Brasil y los definió como la mejor solución para el caótico tráfico vehicular capitalino. Una delegación empresarial del gigantesco país de la samba acaba de estar en Guayaquil lugar donde opera 80 de estos buses. Pasaron por Lima, los de Busscar, y ya estarían con la información absoluta sobre las rutas a ser licitadas en breve. ¿Cómo así? ¿las “compraron”? ¿se inició la venta de las bases? ¿le rompieron la mano a alguien? o ¿todas estas casualidades son absolutamente coincidencias?
Bien vale la pena, no París por una misa, al decir de Enrique IV, recordar que en política, (y en los negocios), no hay casualidades.
¿Cuáles son las presiones –si es que existieron- de Pluspetrol, empresita minúscula y gananciosa, para obtener en exclusiva el mercado del transporte público que consumiría gas natural vehicular? Entonces, se entiende que Parra diga, con voz sabihonda de genio de cursos acelerados, que los automotores brasileros son los mejores. ¿O hay aquí un tejemaneje: unos, los tirios, ganan el parque de transportes obligando la compra de una determinada tecnología, la del GNV (gas natural vehicular) y otros, los troyanos, obtienen, así de fácil, el referido y no menos grande, bolsón de requerimiento de gas natural vehicular para siempre? ¿No parece un trueque de esos tan comunes en la república? Se puede pretextar que la matriz energética fue cambiada por el anterior gobierno pero eso no es excusa, pues el actual la puede enmendar o reconvertir. Se corre el peligro de privar a miles de peruanos que merecen ¡y necesitan! puestos de trabajo. Más aún, todo lo que se planifique sobre biodiesel, no tendrá ninguna razón de ser.
Pero los medios no analizan o están aceitados con lubricante, no sé si brasilero –que los hay buenos- o por mendrugos, y basta que se pinte el cuadro horroroso que protagonizan las combis asesinas, los microbuses salvajes y abusivos y que es imprescindible cambiar los viejos armazones por otros nuevos (según Parra, él ya ha dicho apotegmáticamente que deben ser los brasileros). Y que el bus a GNV es la solución, aunque es más caro que el bus a biodiesel. Sólo un dato ilustrativo: la inversión necesaria para el recambio del parque automotriz de transporte público supera los US$ 2 mil millones de dólares.
Conviene, ciertamente, para mejor informar al lector, precisar dos aspectos del mismo tema.
- La venta del combustible, el gas proveniente de Camisea y que trae el consorcio, una de cuyas empresas es Pluspetrol, sale beneficiada in extenso y monopólicamente de la operación de fina y desvergonzada urdimbre. No sólo que estos tipejos han generado por mala construcción 16 fallas en el gasoducto-estafa sino que ahora, reciclados y con nuevos bríos, han planteado su incursión con ventaja monoproductora de posición de dominio en el mercado. Lo que no se dice es que si hubiera mercado abierto, la producción del biodiesel, como sucede en otros países, por lo menos teóricamente, generaría miles de puestos de trabajo, atraería empresas industriales y difundiría el beneficio para que el consumidor escoja lo que más le convenga. El biodiesel es renovable, el gas natural es fósil y agotable.
- Quien se quede con influencia y poder en torno a la renovación del parque automotriz obligará a los transportistas a comprar vehículos a gas y ¡provenientes del Brasil! como ya ha anunciado el teniente alcalde Marco Parra. Es de notarse que la inducción será un asunto de sencillo direccionamiento porque la Municipalidad-Protransportes no factura ni gerencia pero sí puede imponer cierto tipo de características. ¡Qué beleza, vocé que acha prezado Marquinho?
Resulta que en Brasil no se usan autobuses a gas natural vehicular (la empresa brasilera ha tenido que salir a buscar un motor a gas en Europa); sí se usan en Argentina y ya hay problemas y quejas con el precio del GNV (aquí no será diferente). En Europa, lo más difundido y lo que más tiene demanda, es el biodiesel (notorio caso de España), porque es más estable económicamente y es menos contaminante.
En el caso de Brasil, son los biocombustibles los que más se demandan: el etanol (de caña de azúcar) para reemplazar la gasolina, y el biodiesel (de soya) para reemplazar el diesel de petróleo, en ese orden; no hay prioridad en el gas natural que se utiliza más para la generación de electricidad y para aplicaciones industriales (como debe ser). En Brasil se están haciendo pruebas con hidrógeno, pero ello es aún tecnología excesivamente costosa y la empresa que habría deslumbrado a Marquinho ¡no operaría ni un sólo bus a gas en Brasil! ¡Cosas veredes Sancho!
La flota más grande del mundo de autobuses a gas está en Beijing con motores Cummins; y son tan sólo 2,000 unidades. Aquí se trata de introducir más de 20,000, ¿cómo se puede inducir a que los buses sean a gas natural? ¿Vocé que acha Marquinho?
El uso del gas natural vehicular, GNV, no garantiza la estabilidad del costo del pasaje urbano o interurbano. El caso argentino, conflictivo y lleno de problemas, así lo demuestra.
Por último ¿dónde está la estrategia de mercado que propende a una diversificación entre proveedores y que gane la mejor oferta para todos los intervinientes?
¿Dónde está la política del gobierno central de incentivar los biocombustibles si arranca pulverizando su principal mercado al biodiesel?
¿Qué dice Benza Pflucker y su ONG generosa Sierra Exportadora que regaló su nombre para el plan oficial del gobierno de Alan, con su Canadian oil –canola- para biodiesel? Hay serios y muy fundamentados reparos a la bendita canola y su daño letal sobre el medio ambiente y cuya proyección sería abyecta para la agricultura y suelos nacionales.
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