El futuro gasoducto del Noreste Argentino (GNEA), que tendrá una extensión de 1.500 kilómetros, sumados a los 3.150 kilómetros del ducto a Sao Paulo (GSA), Brasil, harán de Bolivia el país con los gasoductos más extensos de la región, concentrando, además, el mercado energético en el Cono Sur.
Esta situación se expresa en la exportación de gas natural a los mercados brasileños (principal comprador) y argentinos.
En segundo lugar queda el comercio de hidrocarburos entre Argentina y Chile, además de Brasil y Uruguay, tomando en cuenta que la única planta de de licuación existente, ubicada en la insular región caribeña de Trinidad y Tobago, exporta a Estados Unidos y España.
El proyecto de construcción del GNEA fue retomado el 19 de octubre de 2006 con la firma de los presidentes de Bolivia, Evo Morales, y de Argentina, Néstor Kirchner, y deberá estar concluido en diciembre de 2009.
El GSA, con sus 3.150 kilómetros, es el gasoducto más largo de América del Sur, y va desde el departamento boliviano de Santa Cruz (este) hasta Sao Paulo (Brasil), cruzando el Gran Chaco, el Pantanal y la Mata Atlántica en el sureste brasileño.
El GNEA partirá desde el sector llamado Campo Pajoso, municipio de Yacuiba en el departamento de Tarija (extremo sur), y sólo 20 kilómetros del total de 1.500 estarán en territorio boliviano.
El ducto entrará por Campo Durán para luego entregar el gas natural a siete provincias del noreste argentino.
Bolivia ha decidido llevar una intensa política internacional de cara al crecimiento de la demanda del gas natural como la principal fuente de energía limpia en el contexto de la reconfiguración de los mercados regionales y mundiales.
Bolivia, que posee las segundas reservas más grandes de Sudamérica, estimadas en 48 trillones de pies cúbicos (TCF), está llamado a ocupar un papel preponderante como centro energético, afirmó el ministro boliviano de Hidrocarburos, Carlos Villegas.
'La integración energética regional es perfectamente factible, pero sólo será posible en la medida en que se presenten resultados', subrayó.
La nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia, el 1 de mayo de 2006, posibilitó pasar de una recaudación de 680 millones de dólares a 1.600 millones de dólares anuales, es decir mil millones de dólares más.
En ese contexto, el vicepresidente de la República, Alvaro García, enfatizó que el gran desafío de la nacionalización es la industrialización de los hidrocarburos.
'Ya no podemos seguir exportando sólo hidrocarburos como materia prima, sino productos con mayor valor agregado; esto significa que se deben cimentar las bases de la industria petroquímica que requiere grandes inversiones y amplios plazos', explicó.
La revista internacional 'Hidrocarburos & Energía' prevé que la industria exportadora, que ahora mueve 2.100 millones de dólares anuales, en un periodo de tres a cuatro años llegará a 5.000-7.000 millones de dólares.
Esta situación supone que los capitales para esta inversión estratégica en Bolivia tendrían que ser procurados por los tres niveles, es decir, gobierno, prefecturas y municipios, sobre todo éstos dos últimos, que han sido fortalecidos desde el 2006 con un superávit en sus ingresos por el incremento de la renta petrolera.
La nacionalización de los hidrocarburos y la reciente suscripción de 44 contratos petroleros pusieron fin a la capitalización y privatización de los principales pozos y de las refinerías que se realizaron durante los anteriores gobiernos de Gonzalo Sánchez, Hugo Bánzer y Jorge Quiroga.
Entre 1994 y 1997, el gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), liderado por Sánchez, entregó la propiedad de los recursos hidrocarburíferos en boca de pozo a las empresas petroleras transnacionales.
Esta situación fue desarrollada por Quiroga, quien además de vender las refinerías, aprobó el Decreto Supremo que liberó a las petroleras de invertir en un pozo por parcela.
Esto evitó que se perforaran 55 pozos y Bolivia perdió 1.340 millones de dólares en inversión.
De esa manera, menos del 12 por ciento del territorio nacional fue objeto de exploración y explotación comercial de gas y petróleo, quedando la mayor parte en calidad de reservas de interés estratégicos.
Iniciando una nueva etapa, el 12 de abril pasado, el presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Guillermo Aruquipa, se reunió con los representantes de las principales empresas petroleras y les sugirió emprender nuevos proyectos e inversiones.
'Les he pedido a todas las empresas que tienen contratos que inicien paralelamente nuevas exploraciones', afirmó Aruquipa, al precisar que se trata de inversiones necesarias para el desarrollo de campos o prospección petrolera para incrementar volúmenes de producción.
Por ello, indicó Aruquipa, el gobierno mantiene la expectativa de que las empresas petroleras que operan en el país presenten en el plazo previsto sus Planes de Desarrollo e Inversión.
Esta situación se expresa en la exportación de gas natural a los mercados brasileños (principal comprador) y argentinos.
En segundo lugar queda el comercio de hidrocarburos entre Argentina y Chile, además de Brasil y Uruguay, tomando en cuenta que la única planta de de licuación existente, ubicada en la insular región caribeña de Trinidad y Tobago, exporta a Estados Unidos y España.
El proyecto de construcción del GNEA fue retomado el 19 de octubre de 2006 con la firma de los presidentes de Bolivia, Evo Morales, y de Argentina, Néstor Kirchner, y deberá estar concluido en diciembre de 2009.
El GSA, con sus 3.150 kilómetros, es el gasoducto más largo de América del Sur, y va desde el departamento boliviano de Santa Cruz (este) hasta Sao Paulo (Brasil), cruzando el Gran Chaco, el Pantanal y la Mata Atlántica en el sureste brasileño.
El GNEA partirá desde el sector llamado Campo Pajoso, municipio de Yacuiba en el departamento de Tarija (extremo sur), y sólo 20 kilómetros del total de 1.500 estarán en territorio boliviano.
El ducto entrará por Campo Durán para luego entregar el gas natural a siete provincias del noreste argentino.
Bolivia ha decidido llevar una intensa política internacional de cara al crecimiento de la demanda del gas natural como la principal fuente de energía limpia en el contexto de la reconfiguración de los mercados regionales y mundiales.
Bolivia, que posee las segundas reservas más grandes de Sudamérica, estimadas en 48 trillones de pies cúbicos (TCF), está llamado a ocupar un papel preponderante como centro energético, afirmó el ministro boliviano de Hidrocarburos, Carlos Villegas.
'La integración energética regional es perfectamente factible, pero sólo será posible en la medida en que se presenten resultados', subrayó.
La nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia, el 1 de mayo de 2006, posibilitó pasar de una recaudación de 680 millones de dólares a 1.600 millones de dólares anuales, es decir mil millones de dólares más.
En ese contexto, el vicepresidente de la República, Alvaro García, enfatizó que el gran desafío de la nacionalización es la industrialización de los hidrocarburos.
'Ya no podemos seguir exportando sólo hidrocarburos como materia prima, sino productos con mayor valor agregado; esto significa que se deben cimentar las bases de la industria petroquímica que requiere grandes inversiones y amplios plazos', explicó.
La revista internacional 'Hidrocarburos & Energía' prevé que la industria exportadora, que ahora mueve 2.100 millones de dólares anuales, en un periodo de tres a cuatro años llegará a 5.000-7.000 millones de dólares.
Esta situación supone que los capitales para esta inversión estratégica en Bolivia tendrían que ser procurados por los tres niveles, es decir, gobierno, prefecturas y municipios, sobre todo éstos dos últimos, que han sido fortalecidos desde el 2006 con un superávit en sus ingresos por el incremento de la renta petrolera.
La nacionalización de los hidrocarburos y la reciente suscripción de 44 contratos petroleros pusieron fin a la capitalización y privatización de los principales pozos y de las refinerías que se realizaron durante los anteriores gobiernos de Gonzalo Sánchez, Hugo Bánzer y Jorge Quiroga.
Entre 1994 y 1997, el gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), liderado por Sánchez, entregó la propiedad de los recursos hidrocarburíferos en boca de pozo a las empresas petroleras transnacionales.
Esta situación fue desarrollada por Quiroga, quien además de vender las refinerías, aprobó el Decreto Supremo que liberó a las petroleras de invertir en un pozo por parcela.
Esto evitó que se perforaran 55 pozos y Bolivia perdió 1.340 millones de dólares en inversión.
De esa manera, menos del 12 por ciento del territorio nacional fue objeto de exploración y explotación comercial de gas y petróleo, quedando la mayor parte en calidad de reservas de interés estratégicos.
Iniciando una nueva etapa, el 12 de abril pasado, el presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Guillermo Aruquipa, se reunió con los representantes de las principales empresas petroleras y les sugirió emprender nuevos proyectos e inversiones.
'Les he pedido a todas las empresas que tienen contratos que inicien paralelamente nuevas exploraciones', afirmó Aruquipa, al precisar que se trata de inversiones necesarias para el desarrollo de campos o prospección petrolera para incrementar volúmenes de producción.
Por ello, indicó Aruquipa, el gobierno mantiene la expectativa de que las empresas petroleras que operan en el país presenten en el plazo previsto sus Planes de Desarrollo e Inversión.
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