El director general de la BP, John Brown, se dispone a viajar al Kremlin donde quisiera presentar al presidente de Rusia, Vladimir Putin, a su sucesor Tony Hayward. Las buenas relaciones con el primer mandatario de Rusia serán de mucha utilidad para la empresa británica porque sobre sus negocios en Rusia se cierne una amenaza.
El activo principal de la BP en Rusia es la mitad de la TNK-BP (el otro 50 % está en manos del consorcio "Alpha-Group", Access Industries y "Renova"). La eficaz empresa privada le cayó bien a la "Gasprom" que se dedicó a desarrollar los negocios petroleros. Los actuales propietarios de la TNK- BP no quieren vender la empresa (para los accionistas rusos de la empresa son buenos negocios y para la BP, la oportunidad de consolidar las reservas de la filial).
Según muestra la práctica, si una corporación estatal importante (no es necesario que sea la "Gasprom") pone su mirada en un activo, acabará por obtenerlo. El método depende del grado de ductibilidad del propietario. Los que no quieren compartir sus bienes corren el riesgo de ir a parar a Siberia o, en el mejor de los casos, ir al exilio lo más lejos de su patria. Pero hay inversores más cautelosos y pragmáticos que piensan que más vale perder una parte que verse privado de todo.
La empresa Shell se negaba tercamente a cederle a la "Gazprom" el control del proyecto "Sakhalín-2". La empresa tiene un bajo ratio de reemplazo de reservas, o sea, relación entre las reservas incrementadas respecto a la producción (en 2005 tenía el 78%, mientras que la ExxonMobil, 112%). Necesita activos nuevos pero en vez de obtenerlos tuvo que renunciar a los que tenía. La transigencia se vio recompensada: todos los accionistas de "Sakhalín-2" redujeron sus partes a la mitad, a cambio de lo cual obtuvieron de la "Gasprom" $7,45 mil millones. Los inspectores, que apenas una semana antes de que quedara anunciado el trato casi estaban a punto de acabar con "Sakhalín-2", ya dejaron en paz el proyecto. Farhad Ahmedov, antaño el único dueño de la "Nortgas" le entregó a la "Gasprom" la mitad de su empresa.
Igual que Shell, la BP figura entre inversores pragmáticos. Son condiciones normales para Rusia, dice uno de los ejecutivos de la empresa británica. Según él, la gente trabaja hasta en Nigeria donde, además, asesinan.
A juzgar por lo anterior, la BP sí hará trato con la "Gazprom" si se ve con el dogal al cuello. El problema está sólo con qué se puede intimidar a una de las mayores corporaciones del mundo.
Según muestra la práctica, si una corporación estatal importante (no es necesario que sea la "Gasprom") pone su mirada en un activo, acabará por obtenerlo. El método depende del grado de ductibilidad del propietario. Los que no quieren compartir sus bienes corren el riesgo de ir a parar a Siberia o, en el mejor de los casos, ir al exilio lo más lejos de su patria. Pero hay inversores más cautelosos y pragmáticos que piensan que más vale perder una parte que verse privado de todo.
La empresa Shell se negaba tercamente a cederle a la "Gazprom" el control del proyecto "Sakhalín-2". La empresa tiene un bajo ratio de reemplazo de reservas, o sea, relación entre las reservas incrementadas respecto a la producción (en 2005 tenía el 78%, mientras que la ExxonMobil, 112%). Necesita activos nuevos pero en vez de obtenerlos tuvo que renunciar a los que tenía. La transigencia se vio recompensada: todos los accionistas de "Sakhalín-2" redujeron sus partes a la mitad, a cambio de lo cual obtuvieron de la "Gasprom" $7,45 mil millones. Los inspectores, que apenas una semana antes de que quedara anunciado el trato casi estaban a punto de acabar con "Sakhalín-2", ya dejaron en paz el proyecto. Farhad Ahmedov, antaño el único dueño de la "Nortgas" le entregó a la "Gasprom" la mitad de su empresa.
Igual que Shell, la BP figura entre inversores pragmáticos. Son condiciones normales para Rusia, dice uno de los ejecutivos de la empresa británica. Según él, la gente trabaja hasta en Nigeria donde, además, asesinan.
A juzgar por lo anterior, la BP sí hará trato con la "Gazprom" si se ve con el dogal al cuello. El problema está sólo con qué se puede intimidar a una de las mayores corporaciones del mundo.
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