En reuniones con las máximas autoridades de la empresa estatal petrolera PDVSA, paralelas a los plenarios de la cumbre, el presidente de ANCAP, Daniel Martínez, concretó algunos proyectos que permanecían en stand by pese a las tentadoras condiciones ofrecidas por Venezuela.
Los acuerdos se refieren a la inversión venezolana en la planta de producción de cemento portland de ANCAP en Paysandú; a la futura explotación de un pozo en la faja del Orinoco, que permitirá a Uruguay autoabastecerse de petróleo; y a la participación venezolana en Alcoholes del Uruguay (ALUR), que completa la asociación en el proyecto sucroalcoholero.
La definición sobre la inversión venezolana en la planta de ANCAP en Paysandú despejó las dudas sobre una supuesta competencia de la trasnacional brasileña Camargo Correa, anunciada por el ministro de Industria, Jorge Lepra. El anuncio de Lepra sobre las intenciones de la multinacional brasileña encendió luces de alarma en PDVSA, que basaba buena parte de sus proyectos de expansión empresarial en el suministro de clinker uruguayo.
Las decisiones y acuerdos impulsados por el presidente de ANCAP, en el marco de la cumbre energética de Isla Margarita diluyeron el efecto causado por la ausencia de Tabaré Vázquez.
La propuesta venezolana incluye una inversión de 200 millones de dólares para la ampliación de la cementera de ANCAP y, fundamentalmente, la reconversión de la matriz energética de la planta. En función de esa modernización, Venezuela suministrará coque de petróleo, un residuo de la refinación de crudo pesado que sustituye al fueloil y abarata sensiblemente los costos de producción de clinker y de cemento. PDVSA se propone instalar en Venezuela una planta de procesado de clinker, y para ello ofrece una asociación a ANCAP.
Según pudo saber Brecha, tras las negociaciones en Margarita, ANCAP aceptó concretar la oferta venezolana: importará coque y exportará clinker, aunque queda pendiente el ajuste de los precios. Formalmente, este acuerdo no excluye la posibilidad de que ANCAP logre convenios paralelos con Camargo Correa, que podrá realizar las inversiones necesarias para la explotación de piedra caliza y la producción de cemento, pero no a partir de la planta de ANCAP en Paysandú.
Una consecuencia de esta concreción del intercambio de coque y clinker es la instalación de una línea marítima entre Venezuela y Uruguay. Se dispondrá de un carguero que traerá el coque y llevará el clinker, más los productos uruguayos que se exportarán como fruto del incremento de los acuerdos de bienes por petróleo.
El tema del cemento había interferido en todos los proyectos de integración energética, particularmente la asociación de ANCAP con PDVSA para la explotación de un pozo en la faja del Orinoco, la mayor reserva mundial de crudo. Uruguay participará en el 20 por ciento de la producción del pozo, lo que según las estimaciones le permitirá autoabastecerse de petróleo. En las conversaciones de Isla Margarita, PDVSA y ANCAP acordaron visualizar la producción de crudo y la refinación como un solo proyecto. Así Uruguay, a partir del momento en que el pozo comience su producción -previsiblemente dentro de tres años- tendrá control sobre todos los planos del negocio. Para ello será fundamental la ampliación y modernización de la planta de refinación de La Teja. Con una inversión venezolana de 600 millones de dólares se dotará a la planta de la matriz energética para procesar crudo pesado y a la vez aumentar su capacidad de producción. Cómo se financiará esta inversión es un aspecto sobre el que se seguirá negociando.
Si, como se prevé, la producción del pozo aportará a Uruguay unos 50 mil barrilles diarios de crudo, entonces ANCAP tendrá la posibilidad de refinar los 43 mil barrilles que hoy consume, y además procesar un excedente que podrá comercializar en la región. El cambio de la matriz energética permitirá a ANCAP no sólo refinar el petróleo venezolano sino cualquier crudo pesado que pueda ofrecer el mercado mundial en mejores condiciones.
Según se afirmó a Brecha, a partir de los acuerdos concretados en Margarita ANCAP puede considerar como factible una trasformación de su papel como petrolera: de empresa local pasará a ser una petrolera de incidencia regional, colocando los derivados de su excedente. Tal rol se reafirmará con la posibilidad de aumentar su producción de cemento y abastecer a mercados, argentinos y del sur de Brasil.
La superación de las dificultades entre Venezuela y Uruguay por el estancamiento de los procesos de integración comercial tuvo otras señales en oportunidad de la cumbre: por un lado Venezuela accedió al planteo uruguayo de sustituir los vales de ANCAP derivados de la importación del petróleo, que se paga a 1 5 años de plazo, por títulos de deuda externa. Con ello ANCAP emprolija sus balances y la administración central accede a un flujo de dinero que en un año representó unos 200 millones de dólares, y que seguirá reproduciéndose en tanto Uruguay no comience a recibir el petróleo de "su" pozo.
La concesión venezolana de recibir títulos de deuda en pago de sus ventas de petróleo tuvo su contraparte en la disposición uruguaya a participar del Banco del Sur, un proyecto del presidente Chávez que apunta a ganar en la región los espacios del Banco Interamericano de Desarrollo.
Tanto la emisión de títulos de deuda como la integración al proyecto del Banco del Sur eran resistidos por un sector del gobierno, en especial por el ministro de Economía, Danilo Astori.
OTROS RESULTADOS. Un tercer nivel de acuerdos se refiere a la participación de PDVSA con un 10 por ciento en el paquete accionario de ALUR, lo que refuerza la inversión inicial de 7 millones de dólares para el proyecto sucroalcoholero. La asociación venezolana parte del entendido de que la producción de etanol será destinada a reducir, mediante la mezcla de 5 por ciento, los elementos contaminantes de los combustibles.
La participación de PDVSA en ALUR (que también incluye el incremento de la producción de azúcar, que podría ser exportada a Venezuela) adquirió relevancia en función del debate de los mandatarios sobre el alcance de la producción de etanol en la región. Según se informó, en las negociaciones entre PDVSA y la delegación brasileña quedó demostrado que el enfoque brasileño sobre sus proyectos de etanol difiere del propuesto por el presidente de Estados Unidos, y en ese sentido fue posible acordar un nuevo nivel institucional de integración energética con la instalación de una secretaría de ministros de energía.
Los acuerdos se refieren a la inversión venezolana en la planta de producción de cemento portland de ANCAP en Paysandú; a la futura explotación de un pozo en la faja del Orinoco, que permitirá a Uruguay autoabastecerse de petróleo; y a la participación venezolana en Alcoholes del Uruguay (ALUR), que completa la asociación en el proyecto sucroalcoholero.
La definición sobre la inversión venezolana en la planta de ANCAP en Paysandú despejó las dudas sobre una supuesta competencia de la trasnacional brasileña Camargo Correa, anunciada por el ministro de Industria, Jorge Lepra. El anuncio de Lepra sobre las intenciones de la multinacional brasileña encendió luces de alarma en PDVSA, que basaba buena parte de sus proyectos de expansión empresarial en el suministro de clinker uruguayo.
Las decisiones y acuerdos impulsados por el presidente de ANCAP, en el marco de la cumbre energética de Isla Margarita diluyeron el efecto causado por la ausencia de Tabaré Vázquez.
La propuesta venezolana incluye una inversión de 200 millones de dólares para la ampliación de la cementera de ANCAP y, fundamentalmente, la reconversión de la matriz energética de la planta. En función de esa modernización, Venezuela suministrará coque de petróleo, un residuo de la refinación de crudo pesado que sustituye al fueloil y abarata sensiblemente los costos de producción de clinker y de cemento. PDVSA se propone instalar en Venezuela una planta de procesado de clinker, y para ello ofrece una asociación a ANCAP.
Según pudo saber Brecha, tras las negociaciones en Margarita, ANCAP aceptó concretar la oferta venezolana: importará coque y exportará clinker, aunque queda pendiente el ajuste de los precios. Formalmente, este acuerdo no excluye la posibilidad de que ANCAP logre convenios paralelos con Camargo Correa, que podrá realizar las inversiones necesarias para la explotación de piedra caliza y la producción de cemento, pero no a partir de la planta de ANCAP en Paysandú.
Una consecuencia de esta concreción del intercambio de coque y clinker es la instalación de una línea marítima entre Venezuela y Uruguay. Se dispondrá de un carguero que traerá el coque y llevará el clinker, más los productos uruguayos que se exportarán como fruto del incremento de los acuerdos de bienes por petróleo.
El tema del cemento había interferido en todos los proyectos de integración energética, particularmente la asociación de ANCAP con PDVSA para la explotación de un pozo en la faja del Orinoco, la mayor reserva mundial de crudo. Uruguay participará en el 20 por ciento de la producción del pozo, lo que según las estimaciones le permitirá autoabastecerse de petróleo. En las conversaciones de Isla Margarita, PDVSA y ANCAP acordaron visualizar la producción de crudo y la refinación como un solo proyecto. Así Uruguay, a partir del momento en que el pozo comience su producción -previsiblemente dentro de tres años- tendrá control sobre todos los planos del negocio. Para ello será fundamental la ampliación y modernización de la planta de refinación de La Teja. Con una inversión venezolana de 600 millones de dólares se dotará a la planta de la matriz energética para procesar crudo pesado y a la vez aumentar su capacidad de producción. Cómo se financiará esta inversión es un aspecto sobre el que se seguirá negociando.
Si, como se prevé, la producción del pozo aportará a Uruguay unos 50 mil barrilles diarios de crudo, entonces ANCAP tendrá la posibilidad de refinar los 43 mil barrilles que hoy consume, y además procesar un excedente que podrá comercializar en la región. El cambio de la matriz energética permitirá a ANCAP no sólo refinar el petróleo venezolano sino cualquier crudo pesado que pueda ofrecer el mercado mundial en mejores condiciones.
Según se afirmó a Brecha, a partir de los acuerdos concretados en Margarita ANCAP puede considerar como factible una trasformación de su papel como petrolera: de empresa local pasará a ser una petrolera de incidencia regional, colocando los derivados de su excedente. Tal rol se reafirmará con la posibilidad de aumentar su producción de cemento y abastecer a mercados, argentinos y del sur de Brasil.
La superación de las dificultades entre Venezuela y Uruguay por el estancamiento de los procesos de integración comercial tuvo otras señales en oportunidad de la cumbre: por un lado Venezuela accedió al planteo uruguayo de sustituir los vales de ANCAP derivados de la importación del petróleo, que se paga a 1 5 años de plazo, por títulos de deuda externa. Con ello ANCAP emprolija sus balances y la administración central accede a un flujo de dinero que en un año representó unos 200 millones de dólares, y que seguirá reproduciéndose en tanto Uruguay no comience a recibir el petróleo de "su" pozo.
La concesión venezolana de recibir títulos de deuda en pago de sus ventas de petróleo tuvo su contraparte en la disposición uruguaya a participar del Banco del Sur, un proyecto del presidente Chávez que apunta a ganar en la región los espacios del Banco Interamericano de Desarrollo.
Tanto la emisión de títulos de deuda como la integración al proyecto del Banco del Sur eran resistidos por un sector del gobierno, en especial por el ministro de Economía, Danilo Astori.
OTROS RESULTADOS. Un tercer nivel de acuerdos se refiere a la participación de PDVSA con un 10 por ciento en el paquete accionario de ALUR, lo que refuerza la inversión inicial de 7 millones de dólares para el proyecto sucroalcoholero. La asociación venezolana parte del entendido de que la producción de etanol será destinada a reducir, mediante la mezcla de 5 por ciento, los elementos contaminantes de los combustibles.
La participación de PDVSA en ALUR (que también incluye el incremento de la producción de azúcar, que podría ser exportada a Venezuela) adquirió relevancia en función del debate de los mandatarios sobre el alcance de la producción de etanol en la región. Según se informó, en las negociaciones entre PDVSA y la delegación brasileña quedó demostrado que el enfoque brasileño sobre sus proyectos de etanol difiere del propuesto por el presidente de Estados Unidos, y en ese sentido fue posible acordar un nuevo nivel institucional de integración energética con la instalación de una secretaría de ministros de energía.
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